Cultura - Anticultura - Subcultura
Cultura
La palabra cultura es un término de significado tan amplio que lo abarca todo, vale para todo y especifica poco. Se utiliza como un comodín de la lengua, carece de matices, no tiene sinónimos, es campo abierto a las precisiones y a la dispersión semántica.
Se refiere tanto a las grandes conquistas científicas como a las fiestas de brujos y santeros, tanto a las proclamas libertarias de los pueblos como a los ritos, sacrificios y mutilaciones ominosas del ser humano. Sirve para calificar la ignorancia acumulada y la magia de los pueblos. Pero la realidad no es así. Cultura es mucho más que eso.
Es una conquista humana, es el crecimiento interior del hombre, su maduración progresiva, es crisol de valores, es la organización social que se organiza para defenderla.
La cultura es humanizar al hombre y a la sociedad.
Es dominar la naturaleza, inventar instrumentos, hacer instituciones, fijarlas para su pervivencia, trasmitirlas a través de símbolos.
La cultura es sentirse libre, dueños de las propias decisiones, es la educación, la seguridad, conciencia de la propia dignidad.
La cultura son las escuelas, los hospitales, las leyes, las bibliotecas, las fuerzas del orden.
La cultura es producto humano, un laborioso afán del hombre desde la conquista del fuego hasta la conquista del espacio.
Es una conquista social solidaria e incorruptible que crece sin cesar y se incorpora a la corriente irreversible de las conquistas universales.
La cultura se encarna en la conciencia colectiva de los pueblos, se extiende en oleadas más o menos fuertes y con distinta intensidad en los diferentes tiempos y en las distintas geografías. Claro que hay caídas y puede haber incluso regresiones; pero las grandes conquistas nunca se pierden. ellas son imperecederas como el ave fénix. Y si sufren alguna hecatombe, renacen de nuevo en las cenizas, de hecho, no todos los pueblos, ni todas las personas, ni todos los tiempos, ni todas las naciones, participan de igual manera del efecto.
Contracultura que se convirtió en anticultura
Los artistas y pensadores y gestores que hicieron la mejor contracultura conocían lo que negaban o lo que querían replantear, que era la cultura o cierta cultura. En cambio, hoy en día, la contracultura es anticultura, entre otras cuestiones, porque los hacedores desconocen, en su mayoría, la cultura. Niegan lo que no conocen. No lo niegan porque se trate de valores establecidos, sino porque desconocen lo establecido. No niegan lo que está impuesto porque esté impuesto, sino que lo hacen desde la ignorancia como costumbre. La educación y condicionamiento de la ignorancia es sustentada por el estado y sus subvencionados defensores de sus políticas culturales establecidas en programas y tendencias de escritorio construidas para mantener el statu quo, el conservadurismo retrogrado y el canibalismo cultural de aquellos que en el poder ordenan la esclavitud cultural de la población.
Está por un lado el saber perdido o el saber que no se logra, que sería un modo inocente de desconocer. No es justo estar molesto con una persona que no ha recibido educación, tanto de su familia como de la sociedad. Pero es muy distinto el caso de aquel que se educa en la ignorancia. Del que hace un esfuerzo diario para desconocer lo mínimo de la cultura que le toca vivir o la cultura que tiene relevancia directa en su vida, tanto porque la haya elegido para refutarla, como así también porque está relacionado más allá de sus preferencias.
Hasta este punto es bastante permisible, aunque no del todo inocente. Pero estas personas se convierten en victimarios, en sicarios culturales, en atropofagos gustosos, en cómplices de la opresión cultural, pero cuando se les explica lo que están haciendo, persisten rabiosamente en reproducir la contracultura que se convirtió en anticultura. Lo nocivo no sólo es educarse en la ignorancia, sino propagarla. Si esta propagación se hace entre adultos maduros, es mala, pero si se hace entre personas jóvenes, es perniciosamente nociva. Cumplen cabalmente con la destrucción cultural que antes quedaba en manos de los opresores verdaderos y ahora son ellos quienes la ejecutan.
Los anticulturales o contraculturales son otros que destruyen la cultura creyendo que la construyen, o creyendo que la desconstruyen. Un opresor sale a quemar libros, pero estos ignorantes culturales salen a crear catálogos de lo peor de la cultura, como hemos dicho anteriormente, cultura macerada en la ignorancia, pero atenta de la repetición de la moda y lo inocuo, desconociendo su historia, sus raíces y orígenes. Un ejemplo de contracultura es claramente el anarquismo, ya que la cultura dominante vendría siendo el estado, y el anarquismo lo que busca es vivir sin leyes, sin reglas, sin estado. Su lucha es contra el estado, se opone a ser regido por el estado, pero no generan cultura, se aterran de lo antisistémico, pero buscan afanosamente establecer un sistema que los cobije y resguarde.
Subcultura
Esta definición se utiliza para designar a los humanos que tienen conductas y creencias distintas a las de la que dominan en sus propias culturas, es decir, es un grupo diferenciado dentro de una cultura. Pueden ser determinadas por la edad, identidad sexual, etnia, entre otros.
Un ejemplo de subcultura son las tribus urbanas, ya que se desarrollan dentro de una sociedad, con diferentes normas y valores, pero sin independizarse de la cultura dominante. Son los protoindigenistas urbanos, esos rescatadores de valores primigénios de sus étnias liados a las tecnologías actuales, los copiadores de movimientos depresivos culturales europeos en las bravías tierras de las américas. La descontextualización es el caldo de cultivo y la tierra infertil en la que remedan a los otros, olvidandose de ellos mismos.
Dentro de cada cultura existen diferencias que vienen dadas por la edad, el nivel socio-económico, la clase social y otros factores. La contracultura es un movimiento de rebelión contra la cultura hegemónica, que presenta un proyecto de una cultura y una sociedad alternativas, pero que en su rebeldía ignorante y su soberbia galopante se desplazan en las arenas movedizas de la mierda cultural imitada, reciclada, obsoleta y fundamentalmente fuera de contexto.
De esta forma podemos ver donde caben los movimientos culturales tehuacaneros, los añejos y los actuales. Se pueden percatar de los que sólo son modas y aquellos que se transformaron en movimientos anticulturales. También si tienen la atención e información necesaria podrán darse cuenta de aquellos que continúan haciendo y generando procesos culturales válidos y que estrechan sus visiones dentro de los contextos que les corresponde.
Es obvio que los que más existen son aquellos que cumplen cabalmente con la destrucción cultural, que antes estaba en manos de los verdaderos opresores de la cultura y que ahora ellos son los que la tuercen, limitan y cancelan la evolución natural que la cultura impulsa, repitiendo sus mismas poesias, canciones, berrinches, exposiciones, conciertos, y demás estupideces conceptuales que celebran. Se pueden ver a jóvenes transformados en ancianos que han recorrido todos los estratos culturales y de ser creadores alternativos son ahora verdugos, mercenarios o buscahuesos pagados por aquellos a quienes siempre señalaron como los destructores de la cultura. Hoy cohabitan y viven hacinados en las covachas que les permiten y autorizan ocupar- son los verdaderos colaboracionistas de un sistema expresamente creado para mantener la ignorancia sobre todo lo demás.
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